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Hace nueve años un invierno frío como este, nacía este blog. Pensamos mucho el nombre y al mismo tiempo le dimos espacio para que naciera. Escribo “pensamos” porque fue de a dos, mi maestro y yo. Surgió a partir de la idea de que siempre me sentí sapo de otro pozo, rana de otro charco. Para mis compañeras de facultad, yo era muy bolichera y la música electrónica no estaba bien vista. En el boliche, era muy santa porque no consumía nada más que (poco) alcohol. Y así podría seguir en cada grupo que frecuentaba. Estaba, pero no “era”. Una rana en el mar (las ranas no sobreviven en agua salada) tratando de sobrevivir. De encontrar la belleza y la verdad en cada día, sea como haya sido. Y este es su diario
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Mi maestro, Luis Gruss fue la primer persona que creyó en mi como escritora. Me vio. Me vio más allá de lo que yo podía verme. Decía que nunca me iba a pasar eso de la hoja en blanco, pues me salían incontables palabras e ideas con facilidad. Y que tenía estilo propio, que era lo más difícil de encontrar. Lo importante del oficio de escribir, lo aprendí con él. Reescribir, editar, podar. De mil caracteres me quedaban trescientos. Aprendí a dejar solo lo importante, lo esencial, aquello que no puede ser quitado. A depurar y no repetir. Aprendí la importancia de los silencios y los puntos que enlazan cada oración. A desplegar oraciones cortas. A veces de una sola palabra. Luis solía preguntarme que era más importante en una red, si el nudo o el espacio vacío. Aprendí cuanto amor, respeto y cuidado puede haber en la honestidad brutal. Algo tan liberador y confiable en todos los órdenes de la vida. Pues sí, aprendí de escritura y de vida, que para mi son sinónimos. Me ha dicho que algún texto mio era un real disgusto, y así también cuando exclamaba que algo era maravilloso o magnífico y que no tenía corrección alguna para hacerme, yo sabía que así era. Ser honesto y verdadero te hace ser confiable. Aquellos que pueden apreciarlo con valentía, agradecimiento y honra sienten una liberación y tranquilidad asombrosas. Porque saben que no hay filtro. Así lo sentí yo.
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Luis hablaba de Andrea, su novia colombiana con admiración. Por ella y por ellos dos juntos, cosa que siempre me conmovió. Un amor así de limpio. Hablaba de las medias que se perdían, de la isla Martín García y las tortugas de las islas Galápagos. De viajes, de su gato y su bicicleta. Compartíamos el amor por Olivos, lugar de residencia en su juventud y lugar en el mundo que me encontró y adoptó cuando me vine de Uruguay. No le gustaban las redes sociales por su inmediatez. Cuánta razón tenía,
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Estos días pensaba en buscarlo para que me corrigiera un escrito. Y lo busqué. A Luis, mi querido maestro. Encontré que partió hacia el Otro Lado un par de años atrás debido a la pandemia. No sé si es mayor el desconcierto o el desconsuelo. O la tristeza. O todos. Lo contacté por linked In, por las dudas. Como si acaso me fuera a contestar. Como si todo lo demás fuera a estar equivocado. Luis me estaría diciendo: “escribí de eso”. Escribí acerca de que no sabés que escribir. Sé que mi honra y agradecimiento se encuentran retomando este espacio.
Gracias Luis (o Hemingway, como te solía llamar)
⭐En memoria de Luis Gruss. Docente, periodista, escritor, amante de la vida, el vuelo, los instantes y la magia cotidiana. Poeta. Y sobre todo, maestro. Se fue, pero está.
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