Se lleva solo lo que se quiere
ir. Los muertos. Las almas empobrecidas y sin esperanza. Las tibias, las
vendidas. Las poca cosa. Dicen que el
Arcángel Rafael las sana y las libera de tristezas pegajosas y rastreras. El
olvido es necesario. Hay un tiempo para todo, tanto en la historia personal
como en la de los pueblos.
Luego se cruzan vida y oportunidad
en un instante único, inusual. Inesperado. Imprevisible. Los griegos le llamaban “Kairós”. En un
intervalo de tiempo no determinado, el
velo se cae. Y se ve una luz inédita. Fulgurante. Cambia la visión de la
realidad. Todo lo vivido hasta entonces carece de importancia y cobra un
sentido nuevo. Se ve lo que no se veía. Se escucha la voz que estaba, pero que
no se captaba.
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