lunes, 24 de abril de 2017

El río del olvido



Se lleva solo lo que se quiere ir. Los muertos. Las almas empobrecidas y sin esperanza. Las tibias, las vendidas. Las poca cosa.  Dicen que el Arcángel Rafael las sana y las libera de tristezas pegajosas y rastreras. El olvido es necesario. Hay un tiempo para todo, tanto en la historia personal como en la de los pueblos.
Luego se cruzan vida y oportunidad en un instante único, inusual. Inesperado. Imprevisible.  Los griegos le llamaban “Kairós”. En un intervalo de  tiempo no determinado, el velo se cae. Y se ve una luz inédita. Fulgurante. Cambia la visión de la realidad. Todo lo vivido hasta entonces carece de importancia y cobra un sentido nuevo. Se ve lo que no se veía. Se escucha la voz que estaba, pero que no se captaba.

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