Noches
calladas transforman emociones y sentimientos. Estrellas fugaces dejan su
estela impregnada de memorias encendidas. El firmamento las tapa con un manto
de cordura y lucidez. Pareciera que desaparecen o mueren. Pero cuando Selene se
distrae y bosteza, se pueden ver aún las chispas brillando. Ni siquiera los Neentel, ángeles de la naturaleza que
controlan ritmos y estaciones, pueden capturar su esencia. Ellas juegan y se
ríen, pícaras, porque saben bien que no existe el olvido ni la muerte.
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