También llamada constelación del
carro o montaña rusa. El firmamento nocturno se ve abrumado algunas noches de
mayo en este hemisferio, por el movimiento de sus siete estrellas principales. Suben y bajan según sus
diferentes sustancias químicas, su seguridad o por el contrario, su falta de
confianza. Esto hace que el espectro de luz cambie según la rotación de cada
una de ellas. Y también según el efecto de gravedad. Parecen ir del drama a la
comedia. A veces se potencian y crean nuevas galaxias en forma de espiral. Y
otras tantas crean circuitos pesados insanos. Divierten tanto como asustan. Se
desconoce cuál será su próxima dirección, su próximo giro.
Hasta Ulises, según cuenta Homero en La
Odisea intentó en vano guiarse por
ella para volver a su hogar. Algunas veces se sentía ir volando y otras de pie
o sentado, inmóvil. Sin llegar a ningún lugar. Es tal la inestabilidad que
suscita esta constelación, que se hace necesario neutralizarla. Para ello, nuevas
estrellas son creadas que mantienen su forma y su lugar. Entonces siguen siendo
útiles para los viajeros, los astrónomos y los poetas. Y hacen que el carro
siga funcionando.
Qué lindo, Flora. Un 3 de mayo nació el gran poeta Juan Gelman.
ResponderBorrar¡Feliz día, Flora! Que las musas la sigan acompañando.
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