jueves, 17 de agosto de 2017

Como irse de viaje



No hubo Virgen de Guadalupe, ángel de la guarda ni San Antonio que pudiera confortar un corazón tan atribulado. Quiso que fuera posible lo imposible, pero la razón y la ciencia pudieron más que el sentimiento, la decisión y el sentido. Sofocado, se desconectó. Dejó de reconocerse. Se perdió. Se dejó en suspenso y se aventuró fuera de sí. Buscando su propio Dios. Un fundamento para su propia vida. Reclamó más aire y más luz. Salvarse de la nada y de los días iguales a los días. Hasta que al fin comenzó a extrañarse. Sus hábitos, sus pasiones y todo aquello que lo hacía vibrar. Latir al compás del universo. Mirarse en el espejo. Vivificar el alma. Recordar por qué se vive y comprender por qué se muere. Y se dio cuenta que no se había ido a ningún lado. Que siempre estuvo ahí, aunque dormido de miedo y confusión. Se reencontró, se miró y se vio. Casi como si fuera un viejo amigo. Con la misma esencia, las mismas pasiones, pero más vivo.  Ahora, con la sensibilidad aguzada.

miércoles, 16 de agosto de 2017

Alquimia del tiempo


Noches calladas transforman emociones y sentimientos. Estrellas fugaces dejan su estela impregnada de memorias encendidas. El firmamento las tapa con un manto de cordura y lucidez. Pareciera que desaparecen o mueren. Pero cuando Selene se distrae y bosteza, se pueden ver aún las chispas brillando. Ni siquiera los Neentel, ángeles de la naturaleza que controlan ritmos y estaciones, pueden capturar su esencia. Ellas juegan y se ríen, pícaras, porque saben bien que no existe el olvido ni la muerte.

miércoles, 12 de julio de 2017

Inspiración



Atraer la belleza exterior al corazón. Transformarla mediante una inspiración que pareció despistarse.  Perderse, marearse, hasta casi dejar de existir.  Pero sigue estando en algún lugar  aunque por un tiempo no parezca. Y vuelve a infundir en el ánimo ideas, composiciones  artísticas bajo cualquier nombre. Para devolverlas entonces al universo que prestó tanta gracia y un montón de maravillas, si se ha sido capaz de percibirlas. Llenarse de aire nuevo. Concentrarse demasiado en algo, puede hacer perder la visión del resto. Respirar y fluir. Recuperar esa visión cosmogónica. Encontrarla en el romper de una ola en una noche de luna llena. En el sonido del mar en el más absoluto silencio. En las chicharras siesteras de verano. En los brotes de las plantas y árboles en agosto, presagiando la primavera. En los colores que tenían las flores hoy, después de tanta lluvia. En los abrazos amigos que escuchan y sostienen, sin interés personal ni oportunismos. Y al mismo tiempo esperan, porque saben que se  va a llegar. Encontrar belleza aún en el dolor. Amor en el sufrimiento y también en el miedo. ¿No es el amor que mueve todo y está en todos? Si cada ser humano lleva consigo el germen de la chispa divina, todos somos capaces de generar, inspirar, dar, recibir y aceptar amor. ¿No es eso un milagro? Hasta en las situaciones más tenebrosas o difíciles. O precisamente ahí, es cuando más se notan los destellos de luz y las personas que hacen la diferencia. Y no importa nada más.