No hubo Virgen de Guadalupe,
ángel de la guarda ni San Antonio que pudiera confortar un corazón tan
atribulado. Quiso que fuera posible lo imposible, pero la razón y la ciencia
pudieron más que el sentimiento, la decisión y el sentido. Sofocado, se
desconectó. Dejó de reconocerse. Se perdió. Se dejó en suspenso y se aventuró
fuera de sí. Buscando su propio Dios. Un fundamento para su propia vida. Reclamó
más aire y más luz. Salvarse de la nada y de los días iguales a los días. Hasta
que al fin comenzó a extrañarse. Sus hábitos, sus pasiones y todo aquello que
lo hacía vibrar. Latir al compás del universo. Mirarse en el espejo. Vivificar
el alma. Recordar por qué se vive y comprender por qué se muere. Y se dio
cuenta que no se había ido a ningún lado. Que siempre estuvo ahí, aunque dormido de miedo y confusión. Se reencontró, se miró y se vio. Casi como si fuera un viejo amigo. Con la misma
esencia, las mismas pasiones, pero más vivo. Ahora,
con la sensibilidad aguzada.
jueves, 17 de agosto de 2017
miércoles, 16 de agosto de 2017
Alquimia del tiempo
Noches
calladas transforman emociones y sentimientos. Estrellas fugaces dejan su
estela impregnada de memorias encendidas. El firmamento las tapa con un manto
de cordura y lucidez. Pareciera que desaparecen o mueren. Pero cuando Selene se
distrae y bosteza, se pueden ver aún las chispas brillando. Ni siquiera los Neentel, ángeles de la naturaleza que
controlan ritmos y estaciones, pueden capturar su esencia. Ellas juegan y se
ríen, pícaras, porque saben bien que no existe el olvido ni la muerte.
jueves, 13 de julio de 2017
miércoles, 12 de julio de 2017
Inspiración
Atraer la belleza exterior al
corazón. Transformarla mediante una inspiración que pareció despistarse. Perderse,
marearse, hasta casi dejar de existir. Pero sigue estando en algún lugar aunque por un tiempo no parezca. Y vuelve a infundir en el ánimo ideas, composiciones artísticas bajo cualquier nombre. Para devolverlas entonces
al universo que prestó tanta gracia y un montón de maravillas, si se ha sido capaz
de percibirlas. Llenarse de aire nuevo. Concentrarse demasiado en algo, puede hacer
perder la visión del resto. Respirar y fluir. Recuperar esa visión cosmogónica.
Encontrarla en el romper de una ola en una noche de luna llena. En el sonido
del mar en el más absoluto silencio. En las chicharras siesteras de verano. En
los brotes de las plantas y árboles en agosto, presagiando la primavera. En los
colores que tenían las flores hoy, después de tanta lluvia. En los abrazos amigos
que escuchan y sostienen, sin interés personal ni oportunismos. Y al mismo tiempo esperan, porque saben que se va a llegar. Encontrar belleza aún en el dolor. Amor en el
sufrimiento y también en el miedo. ¿No es el amor que mueve todo y está en
todos? Si cada ser humano lleva consigo el germen de la chispa divina, todos
somos capaces de generar, inspirar, dar, recibir y aceptar amor. ¿No es eso un
milagro? Hasta en las situaciones más tenebrosas o difíciles. O precisamente
ahí, es cuando más se notan los destellos de luz y las personas que hacen la
diferencia. Y no importa nada más.
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