Es bueno. Tansformarse es mejor.
Deasarmarse hasta el vacío. Sumergirse
en la profundidad más absoluta de silencios trepidantes. De nubarrones pesados.
Inoculados de preguntas sin respuestas. De
fantasmas que no se quieren morir.
Vuelve la luz . La creatividad, la
inspiración. Los colores. Es hasta casi una obligación volver a armarse. Como
un rompecabezas que empieza solo con las cosas esenciales. Las reales. Las
verdaderas. De abajo, desde la base, hacia arriba. De adentro hacia afuera. Deshacerse
de permisos de escape. De sueños recortados. Encontrar el mundo dentro de uno. El
amor dentro de uno.
Las memorias ya no pesan. Los recuerdos se
tornan benéficos, hasta otorgan alas para volar liviano. Entre las
mismas, pero nuevas nubes que ahora son de emoción. Y el silencio, pero es de magia. Los fantasmas ya están en paz. El
futuro se escribe con letras doradas y pluma de colección. Se reescribe. Haciendo
con la propia vida un vestuario a medida. Único. Honrando el irrepetible aporte
propio. Ese, el que da luz y diferencia de todos los demás. Eso es lo que
alumbra. Lo que justifica la existencia del propio ser. Y engrandece a la altura de las estrellas.
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