Es necesario. Aliviana. Todo
aquello que se aleja de la verdad y lo simple, lo sencillo, lo puro, pesa. Es
vital dejarlo ir. Imprescindible para seguir un camino de autenticidad y
armonía, si es el que uno elige. Cuando llega el momento se sabe, se siente. Sin
buscarlo y sin desearlo, se puede dejar de querer inesperadamente a alguien.
Simplemente deja de tener importancia o poder alguno. Si no se suelta solo, se
lo despega con todo cuidado y amor por uno mismo hasta que no se percibe ni el
reflejo. Entonces, una reluciente y despabilada paz asoma.
En circunstancias especialmente
difíciles, las personas suelen revelar su verdadero ser. Su más pura esencia.
Encontrarse cara a cara y por sorpresa con “no virtudes” ciertamente que se alejan
de toda bondad, amor, luz y verdad puede ser desagradable y doloroso. Las
mentiras alejan. La falsedad aniquila. Pero solo por un corto lapso de tiempo. Hasta
que se deja de tratar de entender lo inentendible. De explicar lo
inexplicable. Se acepta con naturalidad
y ¿alegría? Ya no tiene lugar en el propio universo. Ningún lugar.
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