viernes, 23 de octubre de 2015
Fuera de mi alcance
A veces no alcanza la magia. Ni la noche más clara. Se va el
alma de las cosas. Sin querer y sin remedio, mientras una mira atónita, de
lejos. Tanto, que ni siquiera
escribirlo se puede.
lunes, 19 de octubre de 2015
Historias
Ana cuenta historias desde
siempre. Incluso cuando no sabía escribir, inventaba cuentos con los dibujos de los libros
para colorear mientras su madre oficiaba de escriba. Lo necesita para vivir. Para
respirar. Para pensar y repensarse. Si está muy sobrepasada de emociones, no
puede ordenar un párrafo con sentido. Pero igual aprovecha ese tiempo para nutrirse
de otras cosas. Estando atenta,
observando, escuchando…Trata de no perderse de nada y de aprehender experiencias nuevas que le permitan
trascender ese momento pasivo. Cuando se pierde es que se quedó sin
herramientas frente a una situación nueva. O porque tiene miedo. En el último tiempo
conoció personas con hábitos e intereses
muy distintos, pero todos con algo en común: encontrar un sentido de trascendencia
para la propia vida, con esperanzas y desesperanzas. En eso resulta que todos nos parecemos.
Pedro no escribe, pero cuenta
historias a su manera. Su arte es otro. Cuando le preguntó a Ana qué escribía
ella, o mejor dicho qué era lo que más le gustaba escribir, ella le contestó
que recopila y guarda historias en un cuadernito que siempre lleva consigo. No
las desarrolla ahí, las va anotando como
titulares para luego hacer una historia con cada una. Pero últimamente no le sale. No sabe por donde empezar. El se
sonrió, luego de dos horas y tres cafés y muy pausadamente le dijo:” No
colecciones historias. Coleccioná amores. Las historias llegan solas . Ni
siquiera vas a tener qué pensar por donde empezar porque van a hablar por si mismas.” Así que ahora Ana anota en su cuadernito historias de amor. Todas las que se va acordando y
merecen ser contadas. ¿Todas las historias de amor valen la pena? ¿O es mejor
dejar alguna en el olvido?
La segunda tarde de cafés fue no
en uno notable de Buenos Aires, sino en uno chumingo y olvidado en una
esquina. Pedro preguntó quienes iban a ser los personajes y
qué finales iban a tener. Ana no escribe policiales, ni terror, ni adscribe a
algo moderno, disruptivo, atrevido o irreverente. Todo lo
contrario. Es romántica. Contestó que todos sus personajes iban a ser luminosos
de alguna manera, con amores apasionados e incandescendentes. A lo que él respondió que en literatura estaba
bien , pero que en la vida real los buenos no siempre tienen finales felices. Y
es una verdad universalmente conocida, agregó.
Jodidos los silencios
Desgastan. Abruman. Agotan. ¿Sorprenden?
En la no espera, igual estiran sin darse cuenta. Y pegotean. Dicen que es la vida…que
vivimos esperando… ¿Se cambia un silencio por una puteada o por un reproche? ¿Por una mentira aunque
pequeña y piadosa o una formalidad? Creo que sí, aunque sea por una vez.
Una convicción y un principio también pueden tener su licencia poética si
aquello que los contradice llegara a ser más fuerte. La puta que son jodidos
los silencios. Una montaña rusa de pensamientos , suposiciones e interrogantes.
No está bueno suponer. Sobre todo si la respuesta no llega y no va a llegar.
¿Qué los hace tan irritantes, tan agobiantes? Que hay una ausencia implacable
de palabras. Que obviamente, no hay nada para ser dicho.
domingo, 30 de agosto de 2015
sábado, 29 de agosto de 2015
viernes, 28 de agosto de 2015
Paciencia
Ser paciente conmigo me está resultando difícil.
Con lo impulsiva y expeditiva que soy, estos días son un aprendizaje. Estoy conociendo lugares míos
que ni sabía que existían. Veo algunas cosas importantes desde otra
perspectiva. Me conmuevo con otras que jamás hubiera imaginado y de repente un
día noté. Sé que en el tiempo que viene tengo muchos cambios para hacer. Poner
gran parte de mi vida patas para arriba.
Alborotar mucho para encontrar un nuevo orden. No hay forma de suavizarlo ni de
adornar nada. Las cosas importantes se hacen así. En otro momento hubiera empezado por un final
apurado y exigido, y después hubiera visto como seguía. Lo hice varias veces
antes y nunca resultó. Ahora ni yo me reconozco. Esta parte reflexiva y
pausada es desconocida para mi. No solo estoy convencida de aquello que quiero
hacer, sino también de que manera. Elijo lo
que creo que es mejor para todos. No es lo mismo de una forma que de
otra. Y de vuelta no tengo paciencia conmigo. Querría
haber resuelto ya mis inquietudes . Estar viviendo una vida nueva. Pero sé que hay tiempos que tengo que
aceptar, respetar e incorporar. De personas y situaciones que llevan su proceso.
No todos reaccionamos de la misma manera ni necesitamos lo mismo . ¿Por qué
esperar que alguien haga lo que yo hubiera hecho? ¿Por qué creer que hay una
única fórmula y que la que va es la mía, anulando cualquier otra? Si somos
individuos cada uno con su propio paisaje. La amorosa paciencia que tengo
con los demás es inversamente proporcional a la que tengo conmigo.
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