Ser paciente conmigo me está resultando difícil.
Con lo impulsiva y expeditiva que soy, estos días son un aprendizaje. Estoy conociendo lugares míos
que ni sabía que existían. Veo algunas cosas importantes desde otra
perspectiva. Me conmuevo con otras que jamás hubiera imaginado y de repente un
día noté. Sé que en el tiempo que viene tengo muchos cambios para hacer. Poner
gran parte de mi vida patas para arriba.
Alborotar mucho para encontrar un nuevo orden. No hay forma de suavizarlo ni de
adornar nada. Las cosas importantes se hacen así. En otro momento hubiera empezado por un final
apurado y exigido, y después hubiera visto como seguía. Lo hice varias veces
antes y nunca resultó. Ahora ni yo me reconozco. Esta parte reflexiva y
pausada es desconocida para mi. No solo estoy convencida de aquello que quiero
hacer, sino también de que manera. Elijo lo
que creo que es mejor para todos. No es lo mismo de una forma que de
otra. Y de vuelta no tengo paciencia conmigo. Querría
haber resuelto ya mis inquietudes . Estar viviendo una vida nueva. Pero sé que hay tiempos que tengo que
aceptar, respetar e incorporar. De personas y situaciones que llevan su proceso.
No todos reaccionamos de la misma manera ni necesitamos lo mismo . ¿Por qué
esperar que alguien haga lo que yo hubiera hecho? ¿Por qué creer que hay una
única fórmula y que la que va es la mía, anulando cualquier otra? Si somos
individuos cada uno con su propio paisaje. La amorosa paciencia que tengo
con los demás es inversamente proporcional a la que tengo conmigo.
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