Se dice que los nombres determinan. Pueden ser lindos, feos, de moda, bíblicos, snob,
rítmicos, de príncipe, en honor a alguien… y hay otros raros. Eleuterio
Fernández es precisamente un nombre raro. Y él es raro.
Ana lo conoció un
sábado del año pasado en clase de escenografía. Cuando los presentaron él la
observó fijamente durante un rato y la mirada se le perdió. No escuchaba. Ella hablaba
pero no obtenía respuesta alguna. De repente volvió y le dijo que fuera a esa clase más
seguido, que le escribiera el nombre de Facebook para agregarla al grupo y que los
sábados la iba a estar esperando, que era un lindo equipo. A ella no le gustan mucho
las reuniones de artistas en general. Dice que la mayoría son enamoradizos y en
extremo liberales. En todos los sentidos en que se puede serlo. De modo que no
va a todas las tertulias, solo a algunas.
Eleuterio al principio era muy cortés, aunque siempre
manifestó su particularidad en la mirada. Como Ana es muy friolenta, él le
acercaba la estufa en el taller. Los enchufes y los hilos que ella iba necesitando,
la luz, los materiales, le acercaba todo. Se tornó un poco obsesivo . Leía
todo lo que ella escribía y se aprendía los párrafos de memoria. Decía que la admiraba
como madre y que él la iba a cuidar. Le escribía ocho mails por día, aunque al
principio no los firmaba. Ella dejó de publicar por un tiempo. Hasta dudó de su
escritura, que es lo que mejor la define. Hay personas que inspiran,
que potencian y sacan lo mejor de una. Que dan luz y animan a hacer lo que más se disfruta. Hay
otras que aplastan el vuelo en un segundo.
Un día la escuchó hablar
con las otras vestuaristas. Pasan muchas horas juntas. Todas saben que a Ana le encantan los palcos
balcón del teatro. Desde donde el ballet y la ópera se ve distinto. Se entra a
cada uno por su propia puerta y tiene sus butacas, banqueta, cortinas. Como una pequeña
habitación con balcón hacia el escenario. Da una sensación de estar a solas con
la obra. De apreciar todo sin el menor reparo en tener a un desconocido al
lado. Ana siempre dice que son para ir con un amor y en algún momento cerrar
las cortinas , quedarse en el privado un rato y tener un romance intenso
pero cuidado. Después que Eleuterio la escuchó, firmaba los mails y aumentó su cantidad
en quince por día. Ana es buena con las palabras y conversando con las personas,
así que un día lo citó. Los maestros con más años dicen que todo lo que ocurre dentro del teatro
está impregnado de la emoción que se vive ahí. Discusiones y romances. Así que
cualquier diálogo en serio es
indispensable que sea en otro lugar. A
dos cuadras conversaron todo lo que fue necesario para neutralizarlo. Y resultó. Eleuterio no la llamó ni le escribió
más.
La semana pasada se cruzaron y él la invitó a la primer
función de la ópera de cámara . Ella no aceptó. Pero él le dijo que no importaba,
que ya iba a haber oportunidad. Que
había comprado abonos para palco balcón alto lateral para toda la temporada
2016.
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