Siempre pensé que fui buena
alumna. En realidad, lo fui . Sin embargo lo más importante no lo aprendí de
ninguna maestra ni en ninguna facultad.
Tampoco en un libro o en un curso virtual. Los aprendizajes más importantes
irrumpieron sin quererlo y sin pensarlo. En el juego de la vida. Observando.
Escuchando. Escribiendo y haciendo. Resolviendo. Dedicando tiempo y poniéndole alma a las cosas. Alma y amor, sí. Sobre
todo las aprendí amando. Descubriéndome de una forma nueva ante una situación
ya conocida. Reconociendo en mí capacidades, luces, delicadezas que no imaginé
que tenía. Que surgieron casi con vida propia por una nueva motivación y
encontraron su lugar. Donde no solo fueron recibidas sino hasta un poco
sobrevaloradas. Este modo tan maravilloso, apacible y natural de aprender es casi como un don. O algo así. Podría ser
como uno de esos regalos que otorgan las hadas madrinas. Tan real y cómodo se
presenta que cuestionarlo es como preguntarse por qué llueve o para qué sale el
sol. O por qué al árbol de mi jardín las hojas se le tornan rojizas en mayo. Es
así. No quiero preguntar mucho más. Ni
volver a desmenuzarlo sin suerte. Ahora
ya lo quiero tanto, que no quiero que se me desaparezca. No estoy interesada en
dejar de iluminarme por ese brillo. Será un poco egoísta pero si me conozco en
la versión que más me gusta de mí…¿por qué querría conformarme con cualquier
otra cosa? No hay nada a lo que uno no se acostumbre, es cierto. Podría, pero
no quiero . No tengo el más ínfimo interés en ello. Lo que es de verdad transforma,
aunque uno se resista. Es inútil y uno ya lo sabe. Aunque de treinta y siete vueltas y algunos atajos más
para no darse cuenta. Aunque lo vea venir de lejos y lo quiera esquivar o por
lo menos prepararse, sabiendo que es imposible. Aparece en la forma
menos pensada y en el momento tal vez menos indicado. Un aprendizaje así llega para
transformar todo. Lo más inteligente y amable sería asumirlo y dejarse
llevar. Seguir la corriente y disfrutar de cada cosa como se presente ¿Se
puede aprender más así que en diez años de adormecimiento que parecían normales? La
respuesta estará en muchos grados más de empatía. De paciencia y de
comprensión. No parece ser cierto que uno aprenda en su mayoría con errores o
sufrimiento. Se puede crecer apaciblemente desde un profundo amor, desde la liviandad , la alegría y el
desapego .
Me emociona. Te felicito. Es el primero que leo de esta serie y es muy bueno! ☆♡☆
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