sábado, 28 de mayo de 2016

Cómo aprendemos



Siempre pensé que fui buena alumna. En realidad, lo fui . Sin embargo lo más importante no lo aprendí de ninguna maestra ni en ninguna  facultad. Tampoco en un libro o en un curso virtual. Los aprendizajes más importantes irrumpieron sin quererlo y sin pensarlo.  En el juego de la vida. Observando. Escuchando. Escribiendo y haciendo. Resolviendo. Dedicando tiempo y poniéndole alma a las cosas. Alma y amor, sí. Sobre todo las aprendí amando. Descubriéndome de una forma nueva ante una situación ya conocida. Reconociendo en mí capacidades, luces, delicadezas que no imaginé que tenía. Que surgieron casi con vida propia por una nueva motivación y encontraron su lugar. Donde no solo fueron recibidas sino hasta un poco sobrevaloradas. Este modo tan maravilloso, apacible y natural de aprender es casi  como un don. O algo así.  Podría ser como uno de esos regalos que otorgan las hadas madrinas. Tan real y cómodo se presenta que cuestionarlo es como preguntarse por qué llueve o para qué sale el sol. O por qué al árbol de mi jardín las hojas se le tornan rojizas en mayo. Es así. No quiero preguntar mucho más. Ni volver a desmenuzarlo sin suerte.  Ahora ya lo quiero tanto, que no quiero que se me desaparezca. No estoy interesada en dejar de iluminarme por ese brillo. Será un poco egoísta pero si me conozco en la versión que más me gusta de mí…¿por qué querría conformarme con cualquier otra cosa? No hay nada a lo que uno no se acostumbre, es cierto. Podría, pero no quiero . No tengo el más ínfimo interés en ello. Lo que es de  verdad transforma, aunque uno se resista. Es inútil y uno ya lo sabe.  Aunque de  treinta y siete vueltas y algunos atajos más para no darse cuenta. Aunque lo vea venir de lejos y lo quiera esquivar o por lo menos prepararse, sabiendo que es imposible. Aparece en la forma menos pensada y en el momento tal vez menos indicado. Un aprendizaje así llega para transformar todo. Lo más inteligente y amable sería asumirlo y dejarse llevar. Seguir la corriente y disfrutar de cada cosa como se  presente ¿Se puede aprender más así  que en diez años de adormecimiento que parecían normales? La respuesta estará en muchos grados más de empatía. De paciencia y de comprensión. No parece ser cierto que uno aprenda en su mayoría con errores o sufrimiento. Se puede crecer apaciblemente desde un profundo amor, desde  la liviandad , la alegría y el desapego .


1 comentario:

  1. Me emociona. Te felicito. Es el primero que leo de esta serie y es muy bueno! ☆♡☆

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