Cuando una sirena o un ser
elemental del agua está lastimado por obra de un ser humano, Tritón toca su
caracola para elevar las olas. De esta manera desencadena tormentas. Provoca
inundaciones costeras. Hace naufragar a los barcos y ahuyenta a las personas.
Pero esta vez se pasó. Tocó tan fuerte que no solo las olas se encresparon, sino
que atrajo un viento nórdico imposible soplando con una crueldad innecesaria. Todo
se congeló y se cubrió de escarcha y témpanos de hielo. Alejó de manera forzosa
a barcos y a personas. El lugar quedó sin vida a su paso. Tritón espantado se durmió -decía que en
sueños la esencia se ve mejor- y trató de remendar ese mundo, ya sin encanto.
Pero fue inútil. Pronto se dio cuenta de que ningún suspiro iba a volver. Que el vacío
no se iba a llenar. Que hasta los puentes de amor resultaron frágiles para
semejante impiedad. Que no se puede reconstruir sobre fósiles pisados. Entonces
tuvo que crecer , incluso él. Hasta los dioses tienen algo que aprender.
Admitir que se pasó de rosca y aprender a soltar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario