jueves, 25 de agosto de 2016

Diatriba contra la confianza sin reparos



¿Hasta cuándo uno se puede relajar? Descansar en alguien. Confiar de corazón. Hasta que se da cuenta que eso no existe, que es imposible . Que nadie va a tener más amor y cuidado con uno que uno mismo. Que nadie va a conocer mejor a un niño que una madre atenta. Que ninguna empresa va a estar mejor orientada sino por la persona que la ideó y que la forjó.  No existe delegar las cosas importantes. No existe relajarse y dejarse conducir. No existe abrirle el corazón por completo a una persona.  Ahora entiendo a un amigo hippie que una vez me dijo que “siempre hay que guardar algo para uno”. A mi me sonó espantoso en su momento. Como el anti-amor. Ahora creo que tenía razón. Es mejor confiar solo en uno mismo y en la propia intuición. Me refiero a las cosas más importantes. Las que no tienen margen de error. Las que no se pueden negociar. El propio universo emocional y sentimental. Los pensamientos en crudo, sin filtro. Un hijo. Un proyecto. Un sueño, una obra.  Algo de semejante importancia y magnitud solo bajo la propia mirada puede estar. No se puede confiar ni delegar. Ni relajarse. No creo en eso. Está sobrevalorado en exceso. A esta altura vendría a ser como una utopía totalmente fuera de la realidad.  
  

¿Hasta cuándo uno está dispuesto a aceptar? O mira la vida de frente. Escribe con verdad. Habla con verdad. Las verdades no pueden ofender ni dañar si son dichas de buena manera y con cuidado. No deberían hacerlo por lo menos.  Se hace necesario establecer límites. Ordenar lo que se está dispuesto a aceptar de la vida y de los demás y lo que no se está dispuesto a aceptar de ninguna manera. Uno es libre y siempre está a tiempo de decir ”No acepto esto para mí. No acepto esto de la vida bajo ningún concepto.” Y bajarse del globo aerostático. Desandar parte del camino y hacerlo diferente. ¿Cuántas veces hemos querido borrar páginas del libro de nuestra historia? A todos nos faltan páginas arrancadas. Y está bien. Nadie nace sabiendo. La vida es un ensayo y error constantes. Lo pegajoso y estancado, lo que suena a muerte es  querer seguir transitando por lo mismo. Por pura comodidad y pereza. Por no aventurar el espíritu . Por no arriesgar y jugarse todo en una apuesta. Con tibiezas no se hizo el mundo ni las grandes cosas. Por suerte hubo un Einstein. Un Edison y un Gutenberg. Un Hanneman o un Edward Bach. Una Coco Chanel. Que no se conformaron. Se rebelaron y cuestionaron todo lo establecido. Cambiaron el mundo literalmente. No me los imagino descansados en alguien o dejándose conducir.


No creo más que en la propia fuerza. En las propias seguridades que hay que buscar, transformar y enraizar. Todo lo de afuera y todos son cambiantes y dependen de variables desconocidas.  Lo único que no cambia es el propio mundo interno. Es lo único  inmutable e incondicional. Solo en eso es seguro apoyarse.


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