martes, 2 de agosto de 2016

Autocrítica



La revisión del último año de posteos me hace dar cuenta de que me hago muchas preguntas. Todo lo cuestiono, lo analizo y lo paso bajo la lupa. Lo curioso es que lo hago solo conmigo. Por suerte. Me rindo examen todo el tiempo. Lógicamente, con mi autoexigencia y mi perfeccionismo, nunca estoy conforme. Siempre hay algún ajuste que hacer y otra manera mejor. Es útil y necesario para crear empresas, llevar adelante el tratamiento de un hijo, organizar una casa, una mudanza, una producción teatral…para todo en realidad. Pero para el universo espiritual y emocional termina siendo agotador. ¿Por qué no pensar que es todo perfecto así como está? Que las cosas suceden o no, mucho más allá de mi voluntad o de mi accionar. Que no todo depende de mi. También por suerte. Yo creo que es falta de confianza en mi poder personal y en los deseos de mi alma. Tal vez tendría que  soltar todo de verdad y confiar. Vivir más liviana, más relajada. Descansar en  que mi alma, mi espíritu, mi parte inmutable y verdadera se manifiesta en todos mis deseos, emociones y sentimientos. Que busca a las personas y situaciones de las que tiene algo para aprender. Confiar en mí. Traer de vuelta la practicidad alegre que en algún momento se me diluyó entre tantas tareas y obligaciones. Tener conmigo el mismo cuidado que tengo con todo el mundo.

Para este año que ahora empiezo me propongo viajar más liviana. Lo dejo escrito porque lo escrito queda, por si me lo olvido en algún momento. Me voy a hacer muchas menos preguntas y dejar que todo siga su curso. Confiar también en que el universo nos va mostrando los caminos si estamos abiertos a ello. Me voy a tomar muchas más licencias poéticas y muchísimos días de “mah si”. Me voy a ocupar más de mi y no pensar tanto todo. Menos programación y organización. Menos buscar seguridades, porque no las voy a encontrar nunca. Y voy a perder la vida tras una quimera. Más riesgos. La vida es un riesgo. Si me desplomo bueno, tal vez no sea tan terrible y siempre voy a poder volver a levantarme. Cuando las emociones y sentimientos se saquen chispas con los pensamientos, voy a minimizar la mente. Como si fuera una ventanita de Windows. La dejo ahí, que descanse y no moleste . Besito, ya no pienses, descansá y hasta mañana. Confiar. En mi corazón, en mi intuición. En Dios y en una energía universal que ve mucho más allá que yo. Relajarme en eso. Estar en paz conmigo y con todos. Ya me había olvidado en medio de tantas distracciones, pero es realmente solo con el corazón que podemos experimentar una tranquilidad y una alegría profundas. Ningún pensamiento,  obligación , convicción, ni creación mental o material puede con eso. 

Relajarme. Pensar menos. Confiar. Dejar ser. Lo escrito queda.

3 comentarios: