RanaDeMar y yo vamos a cumplir un
año. De inadaptación constante. La ranita ya casi tiene vida propia tratando de
atesorar algo del día, que lo haga diferente del anterior y del próximo. Por
momentos me pareció que hablaba siempre de lo mismo, que contaba las mismas
cosas. Ahora “hojeando” al pasar veo la montaña rusa que ha sido. El diario
camuflado me resultó. Y no puedo creer la constancia que tuve. Yo, que salto de
una cosa a la otra. Mañana se lo voy a
recordar a mi Hemingway. Pensamos muchos nombres muy distintos. Mejor dicho, yo
hacía un brainstorming y durante un
mes más o menos, le cambié el nombre ocho veces por día. Nos reimos mucho de
eso. Cuando lo empecé, yo estaba forzosamente con poca actividad . Reposo y otra
gripe. Me costó muchísimo quedarme sin mi ajetreo diario, que era bastante. Pero
me sirvió para darme la posibilidad de ver las cosas de otra manera. Con otro
tiempo, otra tranquilidad. Apreciar cosas que están todos los días a nuestro
alcance y que sin embargo solemos verlas muy por encima. Apenas las sobrevolamos.
Nos quedamos con lo que salta a simple vista porque estamos corriendo de acá
para allá. O porque simplemente, no interesa. La mayoría de las personas (estoy convencida de esto) no le "hincan el diente" a la vida. Con estar más o menos tranquilos, más o menos bien y disfrutando también más o menos, van transcurriendo. Se conforman con eso. Nada que ver con que vibren al unísono con todos los electrones del universo. Ni con esperar sentir emociones intensas, que trasciendan la liviandad del momento. Yo obtuve el enorme privilegio de verlas de otra manera durante un
tiempo. Quedarme con lo más sustancioso de las situaciones y de las personas. Y
de encontrar algo de belleza en todo eso. Todas las cosas pueden tenerla de alguna
manera.
Recuerdo un día en que me dije a
mi misma que iba a tener que aferrarme a lo que me trajera vida. Pensé rápido
con el corazón y elegí tres. El violín, el diseño de vestuario de una ópera y
la escritura. Esto me trae vida. Y me la devuelve cuando a veces se me escapa
un poco. Pasaron tantas cosas que suena a un siglo y a la vez fue tan pero tan
rápido…Hubo días difíciles y pude rescatar algo bueno de cada uno. Si no lo
hiciera, no sería yo. Transformar un
dolor en algo lindo. Y hacer como un collage. Esta es mi felicidad y mi
satisfacción. Toda la vida que le dedico a las palabras, a las letras y a los
espacios vacíos entre ellas, me la devuelven multiplicada. Hubo noches en que me dormí
frente a la computadora. Cansada de un día largo, pero este era como mi spa
espiritual. Otras , no tenía ganas de
escribir, pero hacía un esfuerzo porque estaba casi segura de que mi príncipe me leía y me lo
iba a comentar. Ahora a la distancia lo veo con mucha más ternura. ¿No era muy
amoroso eso? Tan segura estaba entonces, como lo estoy ahora de que no lo hace
y por eso lo escribo. Un año repleto de todo tipo de emociones. Muy mio. De
deslumbramientos y decepciones. Magia y disgustos. Esperanzas. Sueños cortados
en pedacitos y tirados al viento más fuerte que pudo venir del sur. Todo eso
sigue sonando a mi misma en este espacio. Coherencia y verdad tiene. La
evolución y el crecimiento a los ponchazos, también se nota. En todo sentido. El diario camuflado se logró. Mañana le voy a
contar a Hemingway que nuestra ranita, que tanto costó tirarla al mar, llegó a
buen puerto. Aunque sigue en período de adaptación.
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