Es más que amar. Es casi como una
debilidad. Como un encantamiento. Una
seducción muy distinta al amor común entre personas. Una bruma de hipnotismo. Ver a través de ella hace que se
pueda aprehender el alma de las cosas. Que los colores sean más vivos . Las
inspiraciones más constantes y más reales. Este proceso alquímico no se elige.
Viene solo como con vida propia, como una bendición. Trae la fuerza de mil
hombres y no es capaz de producir daño alguno. Los sentidos de las personas
pasan a percibir cosas puras y nobles . Pueden estar a la vista pero no siempre se pueden ver sino a través de ese
manto de estrellas y de luz. Como una pequeña vía láctea personal.
Todos los
artistas y poetas han tenido su sujeto de adoración. Como Lewis Carroll a Alice
Liddell, que le inspiró a escribir dos de los libros para niños y adultos más
leidos de la historia. A pesar de que no siempre se entiende la magia y
sabiduría que sus letras impregnan. Picasso a Sylvette David, su vecina. Van Gogh
a su cuñada y de a ratos mecenas, cuyo nombre no recuerdo. Mario Benedetti a Luz, su esposa durante
seis décadas. Horacio Ferrer a Lulú.
Qué lindo. Como Frida y Diego en el país de las calaveras.
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