Y con lluvia. El sortilegio de
Venus cobra vida y libera. Quita peso. Desafía confusiones y costuras dobles.
Hace a un lado incertidumbres y sombras hilvanadas. Casi sin querer, como sin
darse cuenta. Afloja cintas de seda, nudos y pesares. Desarma puntillas
antiguas y nuevas amalgamadas. Descose una por una, todas las perturbaciones.
Los broches, encajes y miedos. Suelta y embruja botones, sueños y suspiros. Un
solo vestido que atesora risas y lágrimas. Emociones urdidas entre hilados de
color rosa y bermellón. ¿Quién lo puede testimoniar? Una mesa y un árbol. Las
rosas, las acacias y los jazmines. Todos enmudecieron de asombro por igual. En
ese instante, que nadie sabe cuánto duró, el universo contuvo la respiración.
La noche de los tiempos terminó en una madrugada de lluvia, entre un vestido y
esos hilos de color rosa y bermellón.
Afuera la lluvia, y yo cantando.
ResponderBorrarLo cambió. Me hace reir.
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