lunes, 6 de junio de 2016

Crecer



Disfrutar de la necesidad de sentirse arropada para dormir sin que ello implique sacrificar la propia esencia. Dormir en soledad no necesariamente significa conservar  autenticidad e independencia. Dejarse abrazar y abandonarse en los brazos de Morfeo puede ser nada más (y nada menos) que relajarse por un rato, dejarse acompañar, dejarse querer. Dejarse. Liberarse de respuestas prediseñadas y de planes fijos. Incluso, no tener plan. Adaptarse y mutar según las circunstancias así lo requieran y un deseo profundo del alma acompañe. Tener normas y límites propios, fabricados a medida. Resaltar la femineidad bien entendida. Reconocer, aceptar y por qué no, agradecer que cada individuo tiene sus propios modos. Para vivir e incluso para amar. No está mal ni bien siempre que sea auténtico y coherente. Honesto. O tal vez esa sea mi definición de bien y  de mal. Que sea lo máximo a lo que cada uno pueda llegar. En el rol que sea. Puede no ser lo deseado, lo soñado, pero es lo real. Y supongo que está bien así. No esperar.  Asumirlo es parte de crecer. Amabilizarse con el mundo. Me gusta esa palabra. Ser amable. Fluir con el mundo, con la vida. El universo nos va mostrando los caminos posibles y hasta convenientes. Tener la humildad y la valentía de seguirlos, a menudo a ciegas, es benéfico e inteligente. El tiempo de pronto pasa ligero y la vida puede resultar corta. No obstinarse ni pretender que la única verdad sea la propia. ¿Puede haber tantas verdades posibles como personas? Concentrarse en lo que importa . Lo que eriza la piel. Lo que alegra el alma. Lo que divierte. Lo que inspira. El fuego sagrado que motiva a crear algo más de belleza en el mundo. Podría ser tan sencillo como eso. Pasarla bien. Disfrutar. Y dejar que el resto siga su propio curso. A fin de cuentas, la vida misma es quien pone todo en su lugar.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario