miércoles, 8 de junio de 2016

Pivotar



Palabra extraña si las hay, ni el diccionario de la Real Academia es muy específico sobre ella. Sin embargo en el último tiempo se ha puesto de moda en el rubro empresarial. Sería algo así como dar un volantazo, cambiar el rumbo de manera ágil y eficaz. Torcer hacia otro lado, variar la estrategia o cambiar el objetivo.

¿Se puede o se debe pivotar en la vida? ¿Pivotamos habitualmente, estamos acostumbrados a ello o suena tan extraño como a mi me suena esta palabra reinventada? Podría ser bueno. Suena a aventura. Adaptación. Flexibilidad. Rapidez (pero reflexiva) en la toma de decisiones. Si más del cincuenta por ciento de las empresas de Sillicon Valley sobrevivieron pivotando…¿por que no lo haría yo que ni siquiera llego a arriesgar tantos millones de dólares? Mente abierta tengo, según mis parámetros, miedo a experimentar (en el sentido de arriesgar para ver qué resulta y qué no) creo que no tengo y agilidad para poner en práctica las ideas seguro que sí.

Dicen los precursores del Lean Startup que pivotar no es fácil y requiere mucha reflexión. Analizar las diferentes opciones y estar convencido antes de virar hacia el nuevo rumbo.  Además descubrir el momento adecuado es clave, fundamental. Adaptabilidad y rapidez pero sobre bases sólidas, fundamentadas y validadas. ¿Vendría a ser  como una aventura estudiada con muchas probabilidades de éxito, no tan azarosa ni jugada? ¿Sigue siendo una propuesta tan interesante incluyendo tanto estudio para minimizar los riesgos? ¿Cuándo fue la última vez que pivotamos para ser quienes somos hoy? ¿Cuándo fue el momento en que tuvimos que dar el volantazo (o no nos hemos animado y no lo hemos dado) para ser hoy las personas que somos con todo lo que eso implica (y no)?

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