Musas

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Según la mitología griega, las musas de las artes y las ciencias pertenecían al Reino del Aire. Acudían encantadas a instruir al artista que las invocara. Yo llamaría a  tres. Solo porque me gusta el número. A Erato, que le daba alas a la poesía amorosa. Vestía la delicadeza de la visión del amor. El amor siempre es delicado y cuidadoso para un poeta. A Calíope, que escogía las palabras de acuerdo a la norma divina. Para ella un silencio era peor que tres millones de las palabras más atroces. A Melpómene, que lograba la fuerza de la tragedia al expresar profundamente los sentimientos humanos. ¿No sería el mundo más apacible si las personas expresaran con claridad sus sentimientos, si los pudieran identificar y manifestar? Las musas protegían las artes y las mantenían puras. Besaban a los hombres en la mejilla y así les enviaban la nueva fuerza que establecía los caminos para la creación. Los hombres se dejaban tocar por su ser y segura se les ocurría algo.

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Las musas hoy decidieron ausentarse. No hubo inspiración, magia e inventiva. Todos los que se dedican a actividades intelectuales y artísticas sintieron hoy su falta. No recibieron su beso y no fluyó ninguna corriente inagotable de creatividad. Se suponía que se renovaba eternamente. Pero no, porque a ellas se les ocurrió que no eran necesarias. O no les importó. Es casi igual, el resultado es el mismo. La música, las ciencias superiores , el teatro, la poesía lírica y el arte del discurso conocieron hoy la apatía. El desgano. La tristeza. El cansancio y la desesperanza. Y todo acompañó, como suele suceder en estos casos . Los limoneros del monte Parnaso en Grecia quedaron desorientados y se volvieron híbridos. El manantial Hipocreno, donde las musas extraen todo su entusiasmo, se secó y ya no hubo para darle a las personas.