lunes, 5 de junio de 2017

Vacío



Cuando un artista termina una obra, siente por un tiempo indefinido, una especie de vacío, de abismo. Puede ser angustiante o por el contrario, motivador. “¿Y ahora qué pasa, qué sigue, qué hay más allá, qué puede haber, qué podemos hacer?” Algo  suena a empezar de nuevo, a hacer todo distinto, a elegir de a una y de a poco las infinitas posibilidades que la vida, la intuición y la creatividad puedan sugerir. Un  diseñador, un regiseur, escritor, pintor, actor…que cambia para siempre  con su creación. Algo de él  muere y algo permanece para siempre. Lo cierto es que habrá un lienzo en blanco para empezar a bocetar. Hojas vacías  y sin margen para experimentar y ver qué está asomando con cuidado o con arrojo  para ser escrito. Muchos personajes fueron muriendo, o siguieron otro destino que nunca conoceremos. A esos, que hablaron por sí solos, es mejor dejarlos volar. A su suerte y a su voluntad.  Soltarlos con gracia divina y soñarles lo mejor.

Abrazar el espacio vacío, esa soledad, la que no queríamos. Hasta el hastío puede ser necesario y benéfico. Despojarse de todo. De todo bien, de todo mal, de deseos, expectativas y sueños. Permanecer vacío, desnudo y solo. En silencio y sin esperar. Aquietarse. Estar en paz. Y de a poco , sin buscar, luces nuevas surgirán. Siempre surgen luces nuevas si uno las sabe ver.  Cuentos, guiones, pinturas, composiciones musicales, amores, diseños innovadores, creaciones inéditas…van saliendo del corazón con pureza y naturalidad. La mente no tiene lugar ahora. Suele complicar y rebuscar lo sencillo. Destellos multicolores, nunca antes vistos ni usados. Innovan. Hay que tener coraje y un espíritu entusiasta y confiado para haberse sumergido antes en el vacío. Y para atreverse a disfrutar hacia adelante, de la magia de una vida nueva. Con pasión y con alma. Sin apuro ni ansiedades. Casi sin darse cuenta, en un momento cualquiera, habrá llegado y se hará sentir.

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