Viene bien cada tanto. Organiza
las memorias y los recuerdos. Parece así el aire ser distinto. De cambio. De
dejar cosas atrás prudentemente. Y empezar una nueva etapa. Una se siente y se
cree distinta. Aunque el documento de identidad sea el mismo. La debilidad por
los chocolates y el strudel persistan. La música clásica y la electrónica sigan
coexistiendo. Al igual que los mismos sueños y las mismas dantescas
contradicciones. De eso nada cambia. Aunque la semana empiece renovada, claro
con otro perfume.
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