Cuando alguien se ha acostumbrado
naturalmente a un rol contenedor y motivador es difícil ser visto luego como un espíritu vulnerable.
Yo no fui dotada de una plenitud de recursos
materiales y emocionales. Sí, los básicos. Pero todo lo demás lo fui aprendiendo
y eligiendo. Los espacios vacíos los fui poblando de lo que sentía que
necesitaba. Vocación, intereses, pasiones, arte. Deporte y diversión (hasta fui tildada de frívola incluso por personas muy
cercanas y muy queridas) Creatividad, afectos. Todos los vínculos afectivos que
tengo reales, duraderos, los fui construyendo. Con tiempo dedicado mutuamente y
con amor. Nadie me benefició con alguna cosa hecha o regalada. Las fuimos haciendo junto con las personas con las que nos
acoplamos en la vida. En eso si somos todos iguales. Tenemos la posibilidad de
elegir qué queremos vivir y construir. La decisión y la voluntad que uno ponga
en ello es lo que determina el resultado, que además cae por su propio peso. No siempre se entiende esto . Por lo general
se piensa que una persona es fuerte o amorosa sólo por obra y gracia del Espíritu Santo. Por azar. Es más fácil pensar así. Minimizar el esfuerzo y el
amor que todo esto conlleva.
Hay momentos en que no sólo es
conveniente decir que no , sino que es necesario. Estar en “modo ahorro” de
energía. Física, emocional, espiritual y todos los tipos energéticos posibles
que un ser humano pueda canalizar. Es
fundamental para poder reacomodarse y enriquecerse. Por uno y por el entorno.
Para poder hacer todo de vuelta pero mejorado.
Puede suceder que no se entienda y hasta que sea causa de molestias. Pero eso ya es responsabilidad de cada quien
como vea las cosas y cómo elija reaccionar.
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