miércoles, 7 de septiembre de 2016

Hadas madrinas



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Aparecen de muchas maneras en los cuentos populares de todos los  países. Hadas de la corte o hadas tejedoras de destinos de la Alta Edad Media. Pueden ser animales, el espíritu de un ser querido muerto o ancianas sabias.  Otras veces los espíritus de manantiales, ríos o montañas. Las hadas presentes en el bautizo son las preferidas de la mayoría de los  escritores de  cuentos.  Además de  las tres reunidas  junto a la cuna del recién nacido que escriben su camino y determinan el tiempo de su vida. El  linaje de un hada madrina puede provenir de dioses, elfos o enanos. Pero todas se preocupan de la misma forma por la moral y  por la evolución del carácter de sus protegidos. Ponen a prueba su paciencia y su humildad para que amen desinteresadamente y más allá de las apariencias, demuestren la profundidad de sus afectos. Estas hadas, aunque tienen poderes, no solucionan todo con su magia como la mayoría de la gente cree. El elegido tiene que ser receptivo a la tarea de su protectora y esforzarse en utilizar bien sus dones. La conjunción del poder de  las hadas que marcan y transforman el destino, más la virtud surgida del crisol de la prueba, hará alcanzar la armonía y la felicidad.


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Hay otro tipo de hadas madrinas que vienen como maestras sobreprotectoras. Enseñan mucho más que historia del traje. O cómo pintar un pleno con acrílicos y sombrearlo con liner. Enseñan a ser prácticos en la vida. A no perderse en el detalle y la perfección imposibles. A no quedarse en el vacío porque no sale como quisiéramos. A hacer lo que se puede con lo que se tiene. Hoy. Ahora. A sacar lo mejor de uno. A traspasar los propios límites. Cada uno claro, según sus capacidades y su sensibilidad. Enseñan sobre todo a no ir dejando proyectos y sueños por el camino porque nos  pasen cosas en la vida. ¿Hasta cuándo y hasta cuántas cosas vamos a dejar ir por un momento complicado? ¿De cuántas nubes de colores nos vamos a bajar?  Si hay algo cierto es que a todos nos ocurren sucesos importantes  que en algún momento requerirán nuestra máxima atención. Entonces nos enseñan a ser flexibles con nosotros mismos pero tampoco condescendientes. A perseverar en nuestros deseos más profundos. En  aquello que nos motiva a levantarnos cada mañana y a acostarnos muy pero muy tarde. Nos enseñan a darle poder a nuestro arte, cualquiera sea, con la propia individualidad. Con fe y amor. No se alcanza un verdadero logro, un éxito personal por un atajo, por la puerta del costado o por ascensor. Sino  con muchísimo trabajo, alegría y confianza. En uno y en el equipo que lo sostiene. Hasta que la turbulencia pase y el viento limpie y despeje. Y quede solo lo que debía permanecer en pie. Como una especie de selección natural. Entonces nuestra hada madrina nos  enseña a recibir aplausos con austeridad y humildad. Con agradecimiento , sobre todas las cosas.

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