sábado, 8 de agosto de 2015

Como las hijas del Rin

1/

A la  rana de mar le gusta el teatro. Especialmente le agrada la facilidad de convertirse uno en el otro y una en la otra. La rana también se transforma y salta en cada función. Es como si asistiera a una asamblea de almas. No importa el género. Trata de no perderse nada y encontrar algo bello en cada escena.

2/

La temporada teatral ya termina. La rana hace lo mejor que puede en cada caso. Cree en la apuesta convertida en acto de fé. Lo hace como compañera, como amiga, como habitante del mar. En un momento se llega a preguntar si le faltó amor para plasmar  escenas donde  solo una pasión desbordante podía  salvar. Cada cual sabe cuándo podría haber amado un poco más. Amar con la intensidad que solo las ranas y las hijas del Rin conocen y practican desde siempre.

3/

Un día en plena función  casi se cae la escenografía. Ella se asustó y también los demás. El miedo ayudó a mejorar las cosas. Todo cambió.  Parecía un reestreno. Se planeó un  nuevo vestuario,se pensó en  una paleta de color más luminosa, llamaron a realizadores experimentados y hasta hubo un casting nuevo. Los brillos encandilaron como la primera vez. Repentinos, fútiles, vanos, inconsistentes, pretenciosos. Quince años de dudas se disiparon y todo volvió a ser como había sido siempre. Ella supo que nunca iba a ser la única rana en ese teatro. A veces es necesario ser la única. Al menos si se es protagonista, como en este caso. Para una rana coherente es y será siempre sí.

No le importó dejar la obra Se sintió incómoda, sí, pero solo al principio. No lloró. No le quedaban lágrimas para eso. No le quedaba más amor, más tiempo, más nada. Y se sintió aliviada.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario