Cuando una sirena o un ser
elemental del agua está lastimado por obra de un ser humano, Tritón toca su
caracola para elevar las olas. De esta manera desencadena tormentas. Provoca
inundaciones costeras. Hace naufragar a los barcos y ahuyenta a las personas.
Pero esta vez se pasó. Tocó tan fuerte que no solo las olas se encresparon, sino
que atrajo un viento nórdico imposible soplando con una crueldad innecesaria. Todo
se congeló y se cubrió de escarcha y témpanos de hielo. Alejó de manera forzosa
a barcos y a personas. El lugar quedó sin vida a su paso. Tritón espantado se durmió -decía que en
sueños la esencia se ve mejor- y trató de remendar ese mundo, ya sin encanto.
Pero fue inútil. Pronto se dio cuenta de que ningún suspiro iba a volver. Que el vacío
no se iba a llenar. Que hasta los puentes de amor resultaron frágiles para
semejante impiedad. Que no se puede reconstruir sobre fósiles pisados. Entonces
tuvo que crecer , incluso él. Hasta los dioses tienen algo que aprender.
Admitir que se pasó de rosca y aprender a soltar.
martes, 31 de mayo de 2016
Un 30 de mayo para el olvido
Un día sin presencia de ánimo y
poca cosa. Desde temprano, nada fue lo que tenía que ser. Los planetas se
salieron de su órbita, cansados de dar tantas vueltas. De repente hizo frío en
verano y calor en invierno. Nevó en el desierto de Atacama. Las chicharras de
la Mesopotamia se quedaron mudas. Orión
y Escorpión aparecieron juntos y ni se miraron. Los ojos que siempre buscan belleza
en todas las cosas, se fueron nublando de tanto llorar. No vieron nada. Solo
sintieron mucho ardor y cansancio. Ninguna compresa de hielo los pudo aliviar. El
teatro del millón de sueños más uno acaba de perder ese uno. Volvió a ser el
del millón de siempre y sin más lugar. Un día para el olvido. Solo de a ratos
parecía que iba a ser distinto, pero no. Hasta Zeus llora en Viamonte y Paraná y
la noche se vuelve desoladora. ¿Quién le quita ahora lo llorado ? No hay
arreglo posible para las grandes penas. No existe consuelo alguno para este olvidable 30 de
mayo.
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sábado, 28 de mayo de 2016
Cómo aprendemos
Siempre pensé que fui buena
alumna. En realidad, lo fui . Sin embargo lo más importante no lo aprendí de
ninguna maestra ni en ninguna facultad.
Tampoco en un libro o en un curso virtual. Los aprendizajes más importantes
irrumpieron sin quererlo y sin pensarlo. En el juego de la vida. Observando.
Escuchando. Escribiendo y haciendo. Resolviendo. Dedicando tiempo y poniéndole alma a las cosas. Alma y amor, sí. Sobre
todo las aprendí amando. Descubriéndome de una forma nueva ante una situación
ya conocida. Reconociendo en mí capacidades, luces, delicadezas que no imaginé
que tenía. Que surgieron casi con vida propia por una nueva motivación y
encontraron su lugar. Donde no solo fueron recibidas sino hasta un poco
sobrevaloradas. Este modo tan maravilloso, apacible y natural de aprender es casi como un don. O algo así. Podría ser
como uno de esos regalos que otorgan las hadas madrinas. Tan real y cómodo se
presenta que cuestionarlo es como preguntarse por qué llueve o para qué sale el
sol. O por qué al árbol de mi jardín las hojas se le tornan rojizas en mayo. Es
así. No quiero preguntar mucho más. Ni
volver a desmenuzarlo sin suerte. Ahora
ya lo quiero tanto, que no quiero que se me desaparezca. No estoy interesada en
dejar de iluminarme por ese brillo. Será un poco egoísta pero si me conozco en
la versión que más me gusta de mí…¿por qué querría conformarme con cualquier
otra cosa? No hay nada a lo que uno no se acostumbre, es cierto. Podría, pero
no quiero . No tengo el más ínfimo interés en ello. Lo que es de verdad transforma,
aunque uno se resista. Es inútil y uno ya lo sabe. Aunque de treinta y siete vueltas y algunos atajos más
para no darse cuenta. Aunque lo vea venir de lejos y lo quiera esquivar o por
lo menos prepararse, sabiendo que es imposible. Aparece en la forma
menos pensada y en el momento tal vez menos indicado. Un aprendizaje así llega para
transformar todo. Lo más inteligente y amable sería asumirlo y dejarse
llevar. Seguir la corriente y disfrutar de cada cosa como se presente ¿Se
puede aprender más así que en diez años de adormecimiento que parecían normales? La
respuesta estará en muchos grados más de empatía. De paciencia y de
comprensión. No parece ser cierto que uno aprenda en su mayoría con errores o
sufrimiento. Se puede crecer apaciblemente desde un profundo amor, desde la liviandad , la alegría y el
desapego .
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