martes, 31 de mayo de 2016

A Tritón se le fue la mano



Cuando una sirena o un ser elemental del agua está lastimado por obra de un ser humano, Tritón toca su caracola para elevar las olas. De esta manera desencadena tormentas. Provoca inundaciones costeras. Hace naufragar a los barcos y ahuyenta a las personas. Pero esta vez se pasó. Tocó tan fuerte que no solo las olas se encresparon, sino que atrajo un viento nórdico imposible soplando con una crueldad innecesaria. Todo se congeló y se cubrió de escarcha y témpanos de hielo. Alejó de manera forzosa a barcos y a personas. El lugar quedó sin vida a su paso.  Tritón espantado se durmió -decía que en sueños la esencia se ve mejor- y trató de remendar ese mundo, ya sin encanto. Pero fue inútil. Pronto se dio cuenta de que ningún suspiro iba a volver. Que el vacío no se iba a llenar. Que hasta los puentes de amor resultaron frágiles para semejante impiedad. Que no se puede reconstruir sobre fósiles pisados. Entonces tuvo que crecer , incluso él. Hasta los dioses tienen algo que aprender. Admitir que se pasó de rosca y aprender a soltar.

Corazón de nieve



Edward Robert Hughes (1851-1914)
 Colección particular

Corazón libre. Mercedes Sosa - Rafael Amor

Un 30 de mayo para el olvido



Un día sin presencia de ánimo y poca cosa. Desde temprano, nada fue lo que tenía que ser. Los planetas se salieron de su órbita, cansados de dar tantas vueltas. De repente hizo frío en verano y calor en invierno. Nevó en el desierto de Atacama. Las chicharras de la Mesopotamia  se quedaron mudas. Orión y Escorpión aparecieron juntos y ni se miraron. Los ojos que siempre buscan belleza en todas las cosas, se fueron nublando de tanto llorar. No vieron nada. Solo sintieron mucho ardor y cansancio. Ninguna compresa de hielo los pudo aliviar. El teatro del millón de sueños más uno acaba de perder ese uno. Volvió a ser el del millón de siempre y sin más lugar. Un día para el olvido. Solo de a ratos parecía que iba a ser distinto, pero no. Hasta Zeus llora en Viamonte y Paraná y la noche se vuelve desoladora. ¿Quién le quita ahora lo llorado ? No hay arreglo posible para las grandes penas. No existe consuelo alguno para este olvidable 30 de mayo.    

sábado, 28 de mayo de 2016

Cómo aprendemos



Siempre pensé que fui buena alumna. En realidad, lo fui . Sin embargo lo más importante no lo aprendí de ninguna maestra ni en ninguna  facultad. Tampoco en un libro o en un curso virtual. Los aprendizajes más importantes irrumpieron sin quererlo y sin pensarlo.  En el juego de la vida. Observando. Escuchando. Escribiendo y haciendo. Resolviendo. Dedicando tiempo y poniéndole alma a las cosas. Alma y amor, sí. Sobre todo las aprendí amando. Descubriéndome de una forma nueva ante una situación ya conocida. Reconociendo en mí capacidades, luces, delicadezas que no imaginé que tenía. Que surgieron casi con vida propia por una nueva motivación y encontraron su lugar. Donde no solo fueron recibidas sino hasta un poco sobrevaloradas. Este modo tan maravilloso, apacible y natural de aprender es casi  como un don. O algo así.  Podría ser como uno de esos regalos que otorgan las hadas madrinas. Tan real y cómodo se presenta que cuestionarlo es como preguntarse por qué llueve o para qué sale el sol. O por qué al árbol de mi jardín las hojas se le tornan rojizas en mayo. Es así. No quiero preguntar mucho más. Ni volver a desmenuzarlo sin suerte.  Ahora ya lo quiero tanto, que no quiero que se me desaparezca. No estoy interesada en dejar de iluminarme por ese brillo. Será un poco egoísta pero si me conozco en la versión que más me gusta de mí…¿por qué querría conformarme con cualquier otra cosa? No hay nada a lo que uno no se acostumbre, es cierto. Podría, pero no quiero . No tengo el más ínfimo interés en ello. Lo que es de  verdad transforma, aunque uno se resista. Es inútil y uno ya lo sabe.  Aunque de  treinta y siete vueltas y algunos atajos más para no darse cuenta. Aunque lo vea venir de lejos y lo quiera esquivar o por lo menos prepararse, sabiendo que es imposible. Aparece en la forma menos pensada y en el momento tal vez menos indicado. Un aprendizaje así llega para transformar todo. Lo más inteligente y amable sería asumirlo y dejarse llevar. Seguir la corriente y disfrutar de cada cosa como se  presente ¿Se puede aprender más así  que en diez años de adormecimiento que parecían normales? La respuesta estará en muchos grados más de empatía. De paciencia y de comprensión. No parece ser cierto que uno aprenda en su mayoría con errores o sufrimiento. Se puede crecer apaciblemente desde un profundo amor, desde  la liviandad , la alegría y el desapego .