Cuando un corazón se torna muy
pesado se va precipitando hacia el fondo del mar. Es recibido por las hadas que
allí moran y cuya misión es cuidar y sanar a los corazones fatigados. De hacer
y esperar. De amar . Agotados de dolores y descuidos. De desamor o apatía. Ellas intentarán
vaciarlo y devolverle la liviandad perdida. Para que vuelvan a andar con gracia y fluidez
en el mundo. Para que circulen en la tierra con libertad, con la misma sutileza
que ellas en las aguas. Es cierto que las personas no mueren de amor, pero sí
caen enfermas. No hay cura humana ni pócima celestial que pueda reparar un
corazón que enfermó de melancolía y tristeza.
El proceso comienza con nueve días
básicos pero nadie sabe cuando termina. Practican conjuros con velas celestes y lluvia
de arroz. Limpian toda la oscuridad anegada dentro del pobre corazón. Miedos
enquistados y pegajosos. Inseguridades
alquitranadas. Varias hadas se necesitan para quitar con cuidado una cantidad enorme de
agujas muy finitas, casi invisibles que se sienten en la piel y sobre todo en
la espalda cuando hay mucho miedo y dolor. Es en el corazón donde en realidad
se alojan, y es con paciencia y cuidado que allí también se desvanecen. El amor
no deseado o no correspondido, o sea, el que ya no trae felicidad alguna, se
arranca de una vez. No hay otra manera. En el momento se siente un poco que la
vida también se va de las entrañas. Esto puede durar un instante o un lustro.
Depende de las circunstancias por las que haya pasado, de la profundidad o
sacralidad de ese amor y de las
fortalezas innatas. O de si hay mucho desgano o cooperación. Lo cierto es que
finaliza el tiempo de pobres desesperaciones. De resignado abatimiento.
La cura es linda. Pero también
triste y duele como la muerte. El corazón queda vacío y desnudo. Despojado de
todo bien, de todo mal, de todo. Solo y quieto durante un tiempo. Hasta que
queda recubierto y protegido por una gruesa capa de luz dorada. Entonces sabe
que ya es tiempo de volver. Ahora puede estar seguro y firme. Dispuesto a
poblarse de belleza. De sueños desempolvados. De música de arpas y violines. De colores
vibrantes. A menudo desarrollan nuevos dones y habilidades, que por lo general tienen
que ver con el servicio o las artes.
Es frecuente que habiendo sido
curado el corazón, le falte coraje para regresar. Siga teniendo miedo y
recuerdos pasados . Entonces puede decidir no volver. Quedarse en el fondo del
mar y alivianar el peso de otros nuevos pobres corazones que vayan cayendo. O puede suceder también que dilate tanto su retorno que cuando al fin lo hace, ya
no encuentra lo de antes. Sus seres contemporáneos han muerto y se ve
forzosamente obligado a comenzar una vida nueva.
En todos los casos es necesario
albergar mucha fe, sueños nuevos y
crearse un entorno favorable para no volver a enfermar.
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