sábado, 30 de abril de 2016

Sueños de sanatorio



1/

Sueños feos. Con vías periféricas, percutáneas y centrales. Con tiempos entre paréntesis recto. Sueños con enfermeras expeditivas. Que bien porían haber terminado siendo administrativas o secretarias, cuando buscaban un curso con salida laboral. Sueño que hace frío y se necesitan más frazadas. Sueño con siete médicos de guardia distintos , a los que hay que explicarle todos los días lo mismo. Y que cada uno quiere hacer lo que su criterio le indique. Sueño que las cuatro veces por día que hay que incluir antibióticos son a destiempo. Y que una de ellas fue muy rápida . Entonces el brazo arde mucho y esa vía ya no sirve más. Sueño que la enfermera contesta impávida que ella lo hizo bien, que es una impresión equivocada. Y qué mami tan especial. Con una muy clara connotación negativa de la palabra. [Léase: rompepelotas]  No me animo a soñar más. Todavía tengo como siete días antes de ver cómo es la realidad.


2/ 

 ¿Podría cambiar los sueños? Ver una enfermera de alma, que ama lo que hace y se nota. Soñar con vías que están tan bien puestas y cuidadas. Que pasan casi desapercibidas. Que va a haber calorcito y  no serán necesarias tantas frazadas. Que el olor a sanatorio no se va a sentir con el hornito y aceites de lavanda y tomillo. Que seguramente , alguna otra enfermera más papista que el Papa me va a decir que no sabe si se puede. Y yo le voy a contestar que Juan respira mejor y que entonces sí se puede. Y si no pondré cara de desamparada para que los presentes se apiaden y al final nadie me va a poder decir que no. Sueño con las personas que van a ir de visita y que tal vez hace tiempo que no veamos. Con los libros que voy a leer que nunca tengo tiempo. Con el kit nocturno que voy a preparar que incluya películas , chocolates , distintos tipos de té y una jarra eléctrica. Todavía tengo como siete días para ver qué más se me puede ocurrir. Antes de llegar a la realidad.

miércoles, 27 de abril de 2016

Un poco de magia y empatía



O falta de ella. A veces no es necesario tener todas las respuestas ni las soluciones inmediatas. Sobre todo si no existen. No es necesario motivar ni tratar de consolar con un optimismo ciego y absurdo. Algunos hombres piensan que tienen que resolver todo. ¿Será un tema cultural?  O que les gustaría ser Superman. Puede ser tan sencillo como acompañar . Hasta sin palabras. Con un té de jazmín. (Un  té o un chocolate amabilizan cualquier momento. A mí me convencen fácil. ) O puede ser tan obvio como decir que es razonable preocuparse. Que la situación es difícil. Que cómo sigue, nadie lo puede saber. Y que lo único que supera y trasciende todo eso son los ratos alegres, divertidos, amorosos que hemos pasado. Y todos los que nos van a iluminar. La chocolatada en lo de Chabel el viernes que llovía. Los brownies que se nos quemaron y que igual, Oso se comió de la mesada. Las tardes de cine que inventábamos en casa y hacíamos pop dulce y salado , aunque después casi nadie comía. Cuando miro para atrás, veo esas cosas que fueron pasando desapercibidas. No recuerdo otras importantes. Tal vez haya que concentrarse en esas. En la magia cotidiana. Que nos impregna de a muy poquito sin darnos cuenta y al final es lo único que parece sobresalir. No es necesario tanto, en realidad. 

martes, 26 de abril de 2016

Aquellas pequeñas cosas. Joan Manuel Serrat. Sinfónico

El contador



Es una persona sensible y pareciera con ciertas inquietudes espirituales y emocionales, aunque tampoco lo manifiesta mucho. Se siente cómodo con la tilinga. La pasa más o menos bien y se deja llevar. En ese dejarse llevar, ya tienen tres hijos y una libreta de matrimonio. Es de algún modo lo que él quería. Un nombre. Una cuenta bancaria centelleante. Un lugar en la sociedad. La casa con pileta y quincho en el mismo barrio de todos. Y la de Pinamar. Los fines de semana son más o menos parecidos. Cenan con amigos. Pescado semi cocido y rollitos de arroz pegados con algas secas hidratadas. Dicen que les encanta el sushi, aunque ahora se les dio por el ceviche. Y creen que tienen mucha onda. Cosifican su vida. Su cuerpo. Su amor. Si, se llenan de cosas materiales y se inventan por un rato que se aman y son felices.  Él antes me daba pena , lo creía de alguna manera enamorado. Ahora soy más realista. Me da vergüenza ajena. El sabe perfectamente que ella es boba. Superficial. No se siente enamorado. Sabe que no puede esperar mucho más que eso. No le importa. Decidió  vivir su vida así. Lo sigue decidiendo cada día que pasa. Transar con las comodidades y pequeños adornos cotidianos. De vez en cuando parece que se quisiera zafar, volver a su centro. A  tocar la guitarra que lo hacía feliz. A buscar a la secretaria que una vez lo conmovió, aunque no tenía plata ni pedigree.  Y piensa que va a tener que dejar la casa, la mitad de su cuenta bancaria , la mayoría del tiempo con sus hijos y empezar todo de nuevo. Entonces vuelve a dejarse seducir por  las luces materiales y  el bullicio de la tilinga. Que de última , no es mala. Solo es vacía y hueca. Pero también sabe bien que todo no se puede.  Entonces se tiran en el sillón y ven una nueva temporada de series así tienen de qué hablar el fin de semana.