jueves, 31 de marzo de 2016

Mirar. Llorar. Volver a mirar



Su valor depende de quién lo observe y cómo. Del momento en que eso ocurra. Depende de la luz y de la intensidad que se le quiera dar. De qué es aquello que se quiere mostrar. Y de lo que una quiera ver. Hasta donde se puede soltar la vista. Serena o caprichosa. Prudente y mezquina. O aventurada y suertuda. Mirar y encontrarle algo mío. O que no me represente nada. ¿Cómo puede una misma cosa ser tan diferente según quien la mire? O para el mismo observador ¿Cómo algo que  significó tanto en un momento, luego  resulte tan lejano, tan extraño, tan ajeno? ¿Qué tan difícil puede llegar a ser saber si uno está mirando bien o hay otras , finalmente otras miradas posibles e igualmente buenas?

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